Cuando los átomos
se combina pueden llegar a formar moléculas, por ejemplo el hidrogeno combinado
con el oxigeno forma una molécula de agua. Así los dos elementos combinados
forman una estructura con mayor nivel de complejidad, que no es sólo la suma de
sus partes, sino que asume una forma y función diferentes a la que tenían sus
elementos originalmente. De este modo vemos que el oxigeno y el hidrogeno son
gases, mientras que el agua es un liquido. Existen moléculas pequeñas como la
del agua, o bien enormes, formadas por miles de átomos como las proteínas o el
DNA.
Las
moléculas pueden unirse y formar estructuras más complejas: los organelos
celulares, como los lisosomas, cloroplastos, mitocondrias o ribosomas, que
conforman una célula. Una célula no es sólo la unión de un conjunto de
moléculas que forman organelos, sino que estas se encuentran organizadas y
operan entre sí para realizar ciertas funciones y dar lugar a una estructura de
mayor complejidad . Las células pueden ser sencillas –como la de una bacteria-
o complejas- como una neurona humana o un linfocito.
Algunas células
son en sí un organismo, otras se asocian y forman colonias y otras son parte de
un tejido, que es la unión de células que cumplen una función determinada. Así
el tejido muscular permite el movimiento, mientras que el tejido epidérmico es
la capa externa que protege a los seres vivos. Los tejidos, a su vez, forman
parte de órganos que conforman los sistemas de un organismo vivo. Por ejemplo,
el corazón y los vasos sanguíneos conforman el sistema circulatorio de un
humano, y el sistema circulatorio de una planta está formado por tejidos del
xilema y floema y por sus órganos principales: raíz, tallo y hoja.
Como
vemos, un organismo puede estar conformado por varios sistemas funcionando
coordinadamente, y eso es lo que lo
mantiene con vida. La organización en este caso es crucial, ya que cualquier
evento que altere la disposición de los elementos que conforman un ser vivo
puede producir la muerte. La muerte seria entonces, el proceso en el que se
desorganiza la materia de un ser vivo.
Un
organismo- un pato, una hormiga o un pino, por ejemplo, es un enorme conjunto
de átomos perfectamente organizados que dan lugar al maravilloso proceso de la
vida. Sin embargo los niveles de organización de la materia llegan todavía más
allá: los organismos de una misma especie forman una población- como los peces
en una laguna o los encinos en un bosque-, y ésta, a su vez, es parte de una
comunidad en la que conviven distintas especies en un espacio en común- por
ejemplo los insectos, roedores, arboles, perros y humanos que se encuentran en
una ciudad-. Estos elementos, al interactuar con elementos no vivos del ambiente,
como la luz, el agua o el suelo, conforman un ecosistema. Todos los ecosistemas
de nuestro planeta forman parte de la biosfera, que es el nivel más alto de
organización que conocemos. Para que esa biosfera funcione adecuadamente y
sobreviva, es importante que cada organismo que la conforma asuma el papel que
le corresponde.
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